
Bajar la luna
es tentar contra ella.
Aquí corre riesgo
porque intentarán cambiarla,
quizás se sentiría gorda
y entonces sólo le daría
por menguar.
En ese trajín
su absoluta belleza por ser completa, se vería eclipsada.
Escondería su parte oscura
y ya nadie bailaría
bajo su luz.
Si bajara la luna
moriría de tristeza
al verla tan grande e imponente
dudando de su nobleza.