Desperté como siempre más que por el bip de la alarma, con un sobresalto a las 6 a.m cosa que ya es común para mi, Voy corriendo, en el trajín de la mañana, en mis manos dos pares de zapatos, me aborda una duda superficial, típica e inoportuna
¿cual me quedará mejor?
Al mismo tiempo siento en mi lengua el frio escozor de la menta, propio de la crema dental, ahg me doy cuenta que tengo el cepillo en la boca, al final decido ponerme los converse blancos, me calzo y aseo mis dientes.
Mientras estoy en mi ritual del caos antes de salir, el anda por la casa humeando por ahi, preparando el pan como nos gusta, tostado, con mantequilla por ambos lados, huevos y tocineta para complacer un antojo que tuve hace un par de mañanas, nos sentamos a comer, busco un poco de queso crema para untar y una pepsi fria, veo en su rostro que le molesta verme servir un resfresco en lugar del café, pero igual comenzamos a comer, le impongo mi marca con labios rojo besando su frente y diciéndole con mi voz ronca de la mañana, te amo…
En silencio me quedé mirando su torso desnudo, la mesa llena de migas, y nuestros corazones servidos, pasó de ser un amor normal, de estadísticas y rutina, a ser solo mio,
-soy una afortunada, pensé.
Al despedirnos le dije al oido:
mañana al despertar vuelve a amarme como hoy.